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El último pueblo maldito

 

 

J.R Frau Castro.

 

Copyright © 2017 J.R Frau Castro

Todos los derechos reservados.

ISBN:  9781521735374

 

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Capítulo 1

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Viernes, 21 de junio de 1.996

 

Alba despertó sobre el suelo húmedo y mugriento de una habitación que no había visto en su vida. Con gran esfuerzo se incorporó, sentándose de lado, y echó un vistazo a su alrededor. Aunque la cabeza le dolía bastante y tenía la vista borrosa, pudo observar que se encontraba en lo que parecía ser el interior de una casa rural. Las paredes de la vivienda, construidas con piedra y barro, daban forma a una sala rectangular, en la que solamente una mesa y cuatro sillas de madera vieja ocupaban el centro. Al fondo, la puerta principal y una ventana, que estaba situada a dos metros a su derecha, permanecían cerradas. Solamente un ligero haz de luz, que se colaba entre las rendijas de la entrada, iluminaba tenuemente la lúgubre estancia.

El aire enrarecido que se respiraba en la habitación provocó una sensación de náusea en Alba, que se tapó la boca con la mano, tratando de evitar el vómito con escaso éxito. El miedo se apoderó de ella cuando observó los restos de comida y bilis, mezclados con sangre, que se habían acumulado en su regazo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no llevaba su ropa. Una especie de túnica vieja de tela marrón, adornada con varios dibujos que parecían dragones, y que estaba sujeta a su cintura por una desgastada cuerda de esparto, cubría su cuerpo. Intentó levantarse, pero le fue imposible. Algo le agarraba del pie. Una argolla, que estaba unida a una cadena clavada a la pared, rodeaba su tobillo izquierdo.

Alguien la mantenía retenida en aquel lugar contra su voluntad. ¿Pero dónde se encontraba? Y ¿Cómo había llegado hasta allí? Intentó hacer memoria de lo que había sucedido antes de perder la consciencia. Imágenes confusas se agolpaban en su mente y el dolor de cabeza no ayudaba en absoluto a aclararlas. Recordaba haber salido con los compañeros de clase para celebrar el último día de curso. Cenaron en el restaurante  “Es molí de Llevant” y después decidieron reunirse en la discoteca “Taurus”, en el puerto de Pollensa. A partir de ese momento, una extensa y opaca sombra parecía ocultar lo sucedido.

   — ¡Socorro! — gritó, con la esperanza de que alguien la oyera.

El silencio fue la única respuesta que obtuvo. Desesperada, tiró de la cadena que la mantenía prisionera, intentando liberarse, pero todo esfuerzo fue inútil. Impotente ante tal situación comenzó a llorar. No podía hacer nada más que esperar. Seguro que sus padres empezarían a buscarla de inmediato. Pero, ¿cómo la iban a localizar? Ni ella misma sabía dónde se encontraba.

De repente, la habitación comenzó a iluminarse con intensidad. Un creciente resplandor, que provenía del exterior, se filtró a través de los deformes tablones de madera que formaban la puerta de entrada, dividiéndose en múltiples agujas de luz verde que recorrieron toda la estancia. Cuando los rayos alcanzaron a Alba, un pinchazo agudo y espasmódico en el vientre hizo que se retorciese de dolor, cruzando los brazos sobre su estómago y encogiéndose en el suelo como si fuera un ovillo. Mientras tanto, la fuente de aquella luz cegadora, se acercaba con paso firme hacia la casa, cobrando cada vez más fuerza. La puerta comenzó a vibrar con ímpetu y Alba alzó la vista. A duras penas, pudo distinguir una silueta deforme a través de las alargadas hendiduras de la madera. Sus ojos se tornaron totalmente oscuros, como si sus pupilas se hubieran dilatado por completo ocupando toda la superficie del globo ocular.

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